Un día pedí que cerraran mi baul de los rekuerdos k llave.
Kuando estube frente a él, me dí kuenta de que no tenía las llaves y que si no rompía los kandados no podrían volver a dejerles salir.
Realmente me alegré por ello.
De la noche a la mañana, llamaron a mi puerte, y.... allí estaban. Las miraba, y susurraban desde akella estanteria que las utilizara, pero no las eskuche, aunque el sursurro entraba por mis oidos y se mezklaba kon las imagenes de todo lo que había dentro de ese baul.
Por necesidad ( no propia), un día tube que kogerlas, kitar los kandados y abrir el baul, sino, puede que todos mis rekuerdos se hubiesen desaparecido k las llamas. Kizás hubiese sido lo mejor, solo permanecerían konmigo los más importantes, de los que no existe ningún tipo de fuente escrita ni visual.
Y ahora, ahí esta abierto, pero soy lo suficientemente fuerte komo para no abrirlo y no mirar nada de lo que hay dentro.
Pero..... es inevitable, koloko los kajones de esta kasa y empiezan a aparecer kosas en todos los lados, komo si todavia estuvieses akí.
Pero ahora mis lágrimas no kaen. Porque no kiero que lo hagasn, solo kambian las facciones de mi kar, y me doy kuenta de que me engaño a mi misma, pensando que ya no me importas que te odio, que te he olvidado, y que puedo hacer mi vida mirando por otra ventana, pero prefiero engañarme, que seguir llorando y lamentandome, el frio ha llegado y mis lagrimales estan kongelados, y mi korazón también. Y me gusta.
